miércoles, 29 de julio de 2009

Gobierno poblano: la fábula del ratón y el queso

Aquiles Córdova Morán.
Las noticias sobre la situación de las mayorías populares a escala nacional son punto menos que alarmantes. El diario EL UNIVERSAL, en su edición del 17 de julio de los corrientes, se refiere a los resultados de la Encuesta Nacional sobre el Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), realizada por los especialistas del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). “El año pasado- dice la nota- la distribución del ingreso y la calidad de vida en el país empeoró, al retroceder a niveles de 2004…”. Renglones abajo explica: “De acuerdo con la ENIGH, el año pasado, 60% de la población de menores recursos… concentró 26.7% de la riqueza nacional, mientras que en 2006 esta acumulación fue mayor, al registrar 27.6%”. Luego completa el dato: “En contraste, 10% de la población con mayores recursos… acumuló 36.3% de los ingresos totales del país, cuando dos años atrás lo hizo con 35.7% de la riqueza nacional”. Concluye: “El primer decil (es decir, 10%, ACM), es decir, la población más pobre del país, fue el más afectado al ver reducido su ingreso monetario, en tanto que el decil de la población de mayores ingresos prácticamente mantuvo sin cambios su ingreso, lo que significa que aumentó la concentración de la riqueza a favor de la población más rica”. Lo dice, precisa la nota, José Luis de la Cruz, investigador del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
La misma nota amplía: “En particular, el gasto corriente monetario de las familias más pobres en alimentos, bebidas y tabaco -10% de la población o decil más bajo- fue de 52%, mientras que en 2006 fue de 42%. Esto significa que el año pasado 10% de las familias más pobres del país destinaron 52 de cada 100 pesos a la compra de estos productos.” Es decir, añado yo (ACM), que les queda sólo el 48% de sus ingresos totales para todos los demás gastos de la familia como ropa, calzado, vivienda, energía, salud, educación y recreo. La investigadora de El Colegio de México, Araceli Damián, afirma en la misma nota que “…entre 2006 y el primer trimestre de 2009, la pobreza aumentó como consecuencia de la caída de la actividad económica o Producto Interno Bruto (PIB) y el alza en los precios de los alimentos, al pasar de 42.6% a 53.5% el número de pobres de patrimonio en el país”. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la pobreza patrimonial es: “insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria (la pobre comida de los pobres, ACM) así como realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios”. Pues esta pobreza es la que aumentó nada menos que un 10.9% entre 2006 y lo que va de 2009 según Araceli Damián, la cual, para no dejarnos a medias asegura que “…será hasta la ENIGH (la encuesta del INEGI) de 2010 cuando se verá reflejado el efecto de la actual crisis sobre el ingreso de las familias, en parte por la caída de las remesas”. O sea que “aun la cola falta por desollar” como diría Sancho Panza: lo peor aún está por venir.
Para finalizar con las citas, el diario LA JORNADA, en su edición del día 21 de julio, recoge la declaración del investigador de El Colegio de México, Julio Boltvinik, quien afirma: “El incremento del precio de los alimentos fue el factor central del aumento de la pobreza en México en los dos primeros años del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa… (y) estimó en 80 millones el número de habitantes en pobreza, de acuerdo con su método de medición de este fenómeno”. Al término de la entrevista, los reporteros le preguntan al prestigiado investigador: “¿De qué número de pobres estamos hablando en México?” Respuesta: “El número de pobres abarca algo así como 75% de la población nacional, es decir, 80 millones de habitantes”. Para remachar bien el clavo, es la propia CONEVAL ya citada, organismo oficial, quien afirma que, en lo que va del sexenio, la pobreza patrimonial ha crecido en ¡seis millones de mexicanos!
Pues bien, es en este marco de injusticia creciente que el Secretario de Gobernación del gobierno de Puebla sale a declarar que no resolverán las demandas de los antorchistas (que llevan más de dos meses en plantón frente a las oficinas del gobernador) porque “ya se les ha dado mucho”. Además, que el gobierno no tiene recursos para atender a los necesitados, a quienes el gobierno del Lic. Mario Marín y sus lacayos en los medios informativos no bajan de “chantajistas” y “abusivos”. A una manifestación majestuosa (por su tamaño y por el orden respetuoso en que se llevó a cabo) celebrada en la capital poblana el martes 21 de julio, el gobernador, alegando inconformidad y daños económicos a los ricos de la zona del plantón, respondió con la fuerza pública preparada para agredir a los inconformes en caso de no replegarse como autoritariamente ordenó. Así, el gobernador de Puebla, seguramente aconsejado por los duros de su gabinete y por las élites del dinero, reaccionarias históricas como bien sabe el país, ha entrado en la dinámica del panismo de Querétaro: endurecer su política ante cada protesta; el pueblo, piensan todos, es una bestia indómita que sólo puede ser sometida a palos.
Por lo visto, los amos del dinero y sus servidores políticos no se dan cuenta de la realidad del país. Atrincherados y felices en sus cómodas residencias y oficinas, blindadas contra los ruidos de la calle y los gritos de los hambrientos, se sienten seguros, protegidos y a salvo de todo riesgo. Eso me recuerda la fábula del ratón que vivía feliz, harto y confiado dentro de su queso. Cuando sus conciudadanos de ratolandia llegaron a advertirle que se avecinaba una invasión de gatos, los despachó diciéndoles que él no necesitaba más que blindar bien su refugio para no temer ningún peligro. Llegaron los gatos y se lo engulleron con todo y queso.

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