martes, 9 de junio de 2009

Botín político ante la tragedia

Hay expertos que cocinan como obtener beneficios ante el dolor humano
Cuauhtémoc Mávita E./periodista

No terminaban aún de extinguirse las llamas y disiparse el humo en las instalaciones de la guardería “ABC” del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en la colonia “Y” griega ubicada en el sur de la capital de Sonora (Hermosillo), cuando los operadores de las campañas políticas, no solo a gobernador sino a los diversos cargos de elección popular, ideaban como obtener beneficio político de la tragedia.
Primero fueron las condolencias, después los ofrecimientos y finalmente el ocultamiento de información que perjudicara a los candidatos.
Hay quienes han sugerido, inclusive, realizar un sondeo para determinar quien quedó mejor posicionado, ello con motivo de la manera como se vendió ante la ciudadanía la imagen del político sensible que se solidariza ante el dolor humano.
Lo cierto es que esas prácticas son rutinarias. El propósito es lograr dividendos. La pérdida de vidas, así como la desesperación, la tristeza e impotencia de los inmediatamente afectados, se convierten en un botín político. En este orden, resulta sumamente difícil conocer hasta que punto fueron sinceras las muestras de solidaridad de algunos políticos con los deudos y si los rictus de dolor que se reflejaron en sus rostros fueron reales, espontáneos y no manejados.
Lo que no está en tela de duda es que los partidos y sus organizaciones, más que los ciudadanos, tratan de no quedarse fuera del reparto de beneficios. Por eso, aprovechando la coyuntura, exigen que se investigue, se deslinden responsabilidades y se castigue al ó a los responsables. Son esas exigencias muy entendibles y dignas de aplauso.
Sin embargo, resulta demasiado complejo entender que el sistema político, como los grillos caníbales que comen sus extremidades traseras cuando se trata de sobrevivencia, esté dispuesto a devorarse así mismo, a menos que las partes que se le consuman sean innecesarias. Y es que el sistema como está estructurado no tiene gran cosa que celebrarle, pero si mucho que censurarle.
Por eso continúan multiplicándose los que preguntan: ¿Por qué no se ha hablado con la verdad y ampliamente acerca de quienes son los concesionarios de esa guardería y de los propietarios y arrendatarios de las instalaciones contiguas involucradas en el siniestro? Han empezado a surgir nombres, pero se encubren otros.
La información que se exige es, por supuesto, del conocimiento de los partidos políticos, que ahora tratan de negociar para guardar silencio. No son habladas. Así ha sido siempre.
No obstante, lo que se requiere es conocer la verdad, más allá de los intereses de los partidos, de los políticos, de los gobernantes y de los que hacen negocio valiéndose de sus contactos e influencias en las esferas de gobierno.
Se precisa, por salud social y política, se deslinde la responsabilidad de personajes políticos y funcionarios de gobierno que están metidos en este asunto, a partir de que no es un delito el concretar un negocio con el gobierno, pero si no cumplir los requisitos –presuntamente hay muchas inconsistencias como para no pensar en incumplimientos- para operar empresas en las que es esencial salvaguardar la vida de seres indefensos.
Hay mucha tela de donde cortar. La tragedia no tiene porque convertirse como suele ocurrir en un botín político.

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